De unos hombres que había en el pajar


por Rafael Sánchez Ferlosio

Relato

Cuando despertó Alfanhuí era ya noche. Todavía no había subido la Luna al tragaluz y todo estaba muy oscuro. Alfanhuí miró a su alrededor y vio en el suelo, junto a la pared, una rendijita de luz tenue y dorada. Era la puerta del pajar, que no había visto antes. Venía de allí un levísimo bisbiseo. Alfanhuí se levantó calladamente de la silla y abrió la puertecita. 


valledeelda.com/Contando monedas de oro españolas.


El pajar era una troje alargada, llena de paja que llegaba hasta el techo y apenas dejaba un pasillo estrecho entre medias de los dos montones. Al fondo se veía, en el ángulo de las dos vertientes del tejado, un ventanuco, por el que entraban y salían murciélagos.

Pero la luz estaba en el suelo. Venía de un farolito de cuatro cristales que brillaba, muy dorado, contra la paja. Había dos hombres junto al farol, sentados en el suelo, inclinados sobre un pañuelo blanco, como si jugaran a las cartas.

Alfanhuí se quedó un rato junto a la puerta viendo todo aquello. Los hombres hablaban por lo bajo y parecía que estaban contando dinero. Alfanhuí avanzó por el pasillo y se paró junto a ellos. Eran dos hombres muy oscuros y sin afeitar. El uno tenía una boina raída y el otro un sombrero negro con la copa de fieltro blando, cónica y puntiaguda. Tenían sobre el pañuelo unas monedas de oro y otras en sus manos y otras sacaban de los bolsillos. Iban echando las monedas sobre el pañuelo y uno de ellos decía los números: «Ciento veintitrés, ciento veinticuatro...»

Cuando Alfanhuí llegó a ellos, el del sombrero le dijo casi sin levantar la cabeza:
—Vete de aquí; tú no nos tienes que ver.

Y siguió contando.

Alfanhuí dijo: —¿Quiénes sois vosotros?
—Vete de aquí; no nos tienes que ver.
—Soy amigo.
—Si eres amigo, vete; nadie debe vernos porque somos ladrones.
—También soy amigo de los ladrones.
—Ni siquiera los amigos deben ver a los ladrones cuando están en su guarida.
—Contadme lo que hacéis; no se lo diré a nadie.
—Somos ladrones de trigo; contamos monedas de oro; siempre estamos contando; hace muchos años que no robamos; hace muchos años que no salimos de aquí; ésta es nuestra guarida.
—Si sois ladrones de trigo, ¿por qué contáis monedas de oro?
—El trigo se cambia por el oro y el oro por el trigo.
—¿Y por qué estáis aquí?
—Nos gusta mucho este sitio porque hay paja, y la paja también es como el oro y el trigo; de día paramos de contar, y dormimos en ella.
—¿Por qué ya no robáis más?
—Ya tenemos bastante; robamos esto cuando éramos jóvenes y ya no queremos más y lo contamos todas las noches.
—¿Cómo os llamáis?
—Yo me llamo «El Bato» y soy el capitán; este se llama «Faulo» y es mudo, pero oye desde lejos y ve por la noche, como las lechuzas. Además sabe doblar los silbidos y les hace dar la vuelta a las esquinas para que se oigan desde la otra calle.
—¿Y cuántas monedas tenéis?
—Son impares, y la que sobra es mía porque soy el capitán. «Faulo» me tiene envidia por eso, pero me obedece.

«El Bato» hizo un sitio para Alfanhuí en la capa negra sobre la cual estaba sentado y dijo:
—Siéntate aquí.

Alfanhuí se sentó y miró a «Faulo». Tenía los ojos vivos y pequeñitos que parecía que silbaba con ellos. Los movía traviesamente de una parte a otra. El capitán tenía una expresión grave y la cara larga y chupada. Tenía la mirada furtiva y volvía de vez en cuando los ojos al soslayo, como atento a alguna cosa invisible.

Un murciélago chocó contra una viga y cayó sobre el pañuelo. «Faulo», con un movimiento rapidísimo, pasó la mano por debajo del murciélago y se guardó una moneda de oro. «El Bato» le dijo:
«Faulo», devuélveme la moneda.
Este la sacó del bolsillo y se la dio.

«El Bato» se volvió hacia Alfanhuí:
—Todas las noches me la roba, pero yo siempre me doy cuenta. Luego me la devuelve y se ríe.

Los dos ladrones siguieron contando las monedas durante un largo rato silencioso, en el que tan sólo se oían los números en voz baja y el revoloteo de los murciélagos, que bajaban a veces hasta el farol.

recreoviral.com/Ratoncillo feliz comiendo trigo.

Luego vino la hora de los ratones. Alfanhuí vio un ratoncito que se acercaba hasta la luz y se quedaba parado mirando a «El Bato» y a «Faulo», y extrañando su presencia.

Luego fueron viniendo más, uno a uno, y llegaban hasta cerca de ellos y se quedaban parados, detrás del primero, que era como el rey porque ninguno se ponía a su altura.

«El Bato» dijo:
—Están recelosos porque has venido tú.

Alfanhuí se apartó y los ratones se acercaron un poco más, hasta los mismos pies de «El Bato». Luego el rey se le subió a una de las rodillas y el capitán sacó unos granos de trigo de los dobleces de su pantalón y se los dio a comer en su mano. Cuando el rey hubo terminado, «El Bato» echó más granos de trigo por el suelo para los otros ratones, que se pusieron a roer muy tranquilamente.

«Faulo» hacía otro tanto con otro grupito de ratones que había ido hacia él. Habría unos treinta en total. Cuando terminaron de comer se desparramaron por el pajar y volvieron a sus agujeros. Los dos ladrones reemprendieron su cuenta y Alfanhuí los miraba silencioso. Por fin, se levantó y les dijo:
—Amigos, yo me voy ya.

«El Bato» lo miró de arriba a abajo y sonrió:
—¿Eres amigo de los ladrones? También los ladrones son amigos tuyos. ¿Cómo te llamas?
Alfanhuí.
—Adiós, Alfanhuí.
—Adiós.

Alfanhuí volvió la espalda y anduvo hacia la puertecita. Cuando iba a abrir, oyó que «El Bato» le llamaba de nuevo:
—Espera. Vuelve aquí.

Alfanhuí volvió hacia ellos y el capitán le tendió una moneda de oro:
—Toma; así serán pares.

Alfanhuí cogió la moneda y dio las gracias. Luego se marchó hacia la puerta y salió del pajar. Entraba la Luna por el tragaluz y brillaba en la silla de cerezo, en las cerezas y en sus hojitas.

Alfanhuí bajó por la escalera de caracol y buscó a su maestro para cenar. La campana dio las diez de la noche.

Fuente: Editorial Destino. INDUSTRIAS Y ANDANZAS DE ALFANHUI. Primera Parte. Capº. IX. Burgos, España. 1951.


Información:

Ana Sánchez - Sánchez Ferlosio -La2N (24nov09)

24-25/11/09
http://www.rtve.es/noticias/la2-notic... RTVE ©




Subido el 3 dic. 2009 por  bosonloquito

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