La gata rubia

por Raimundo Barbado

Relato

Dedicado a María José, de Valencia.

Llovía intensamente sobre la noche de Valencia, a finales del mes de Agosto del año 2015.

Rayos, truenos y relámpagos que se movían entre nubes grisáceas, rompían con estruendo el cielo valenciano.

La gatita rubia, algo viejecita, que se desplazaba sobre el tejado de una casa abandonada de la avenida Primado Reig en busca de pajarillos adormilados a los que capturar, al sentirse en su pelaje mojada, se desprendió, con movimiento espasmoso, del agua, y optó por tirarse hacia abajo, cayendo sobre la acera mojada,


adopcionesperu.blogspot.com.es/linda gatita rubia.


Luego, caminando lentamente por los porches, para evitar la lluvia, entre las sombras (porque las farolas en esos momentos alumbraban poco) llegó hasta el bar enclave de su amigo Marcos, que era un hombre cincuentón, de pelo grisáceo o blanco y largo, de aproximadamente algo más de 1,70 cms. de estatura, de complexión atlética o delgada, de ojos verdes, con cierto atractivo natural sagitariano, al que casi se le caían los pantalones, y a quien buscó, puesto que lo había conocido previamente al haber tenido encuentros ocasionales con él.

El tipo estaba allí, como otras veces, resguardado bajo el toldo del local, tomándose unos gin-tonics y fumando unos cigarrillos de marca "Ducados" negro, conforme era en él habitual.

La gatita, al verlo, brincó maullando y se subió sobre sus rodillas.

- ¿Pero qué coño haces aquí, gatita? -dijo él, acostumbrado a estar sólo, con sus pensamientos, algo contrariado-. Y agregó: Pensé que nos habíamos olvidado uno del otro...  

Entonces la gatita rubia respondió, en su peculiar idioma o sistema de lenguaje gatoso: "Es que te quiero muchísimo, hijo de puta..." .

- Bueno, lo de hijo de puta, no está bien -respondió el tipo borracho, como si hubiera comprendido el lenguaje gatuno-. Y añadió: "Aunque, sinceramente, me parecería mejor que se me acuse de sinvergüenza o de hombre infiel; como muchos y también como hay muchas. Puedo aparentar cualquier cosa, gata, -indicó- pero hasta el punto de considerárseme un hijo de puta...la verdad, creo que eso es un poco fuerte..." 

- "Era broma, tonto..." -le respondió la gatita maullando en su particular lenguaje.

El chico la invitó entonces a tomar una bolsita de patatas fritas con aceitunas, y un Trina de limón. Y después le preguntó: "¿Cómo te llamas, gatita rubia?".

Ella simplemente le respondió: ¡Miau!.

- Eso no es nombre alguno -repuso él-; es un mero maullido gatuno. Y añadió: Mira, te voy a poner de nombre, a modo personal mio, María José, novia rubia, como tú, algo gata y mentirosa, que tuve durante algún tiempo en esta zona de Viveros.

La gatita no contestó.  

El tipo la acarició someramente, le dió un beso y la dejó estar algo más sobre sus rodillas.

Después de estar juntos un rato, como el hombre se sentía sólo, le preguntó: "¿Te vienes a vivir conmigo a mi casa, gatita rubia?"

Y entonces, ella ronroneó: "No puedo irme contigo, mi amor, porque vivo, desde hace muchos años, con otro gato, que cuida mi gatera; por aquí cerca, en la calle Alboraya."

- ¡Ah, bueno!...-admitió él-. Y añadió buenamente: "No te preocupes; lo entiendo...no pasa nada".

Finalmente, la gatita rubia lamió cariñosamente las manos de su amigo Marcos, se tiró al suelo y se marchó con aplomo en busca de la gatería.

- ¡Adiós, gatita mia! -la despidió el tiparraco.

La Luna, como casi siempre, parecía sonreirse, entre las sombras del cielo lluvioso, viendo las cosas que les ocurren a las personas.

El buen hombre pagó la cuenta, pidió un taxi y se largó hacia su casa, sita en el barrio de la Luz, entre los aledaños de Xirivella, Mislata y Valencia.

Afuera, las gotas de la lluvia parecían pasos de mujer.

Llegó a su casa y se acostó a dormir; borracho, como era normal, claro...

¡Qué cosas pasan...! -pensó, echándose en la cama mientras se dormía. Y finalizó: -Quizá nos volvamos a ver.


Información:

Manuel Molina - Por Bulerías

Video del gran cantaor Manuel Molina recientemente fallecido, demostrando su arte y su poesía en directo.

La mitad de Lole y Manuel, un renovador del flamenco y para mi, el poeta del flamenco.

El único objetivo de este vídeo es propagar el arte de Manuel Molina, los derechos pertenecen a sus legítimos dueños.


       

Publicado el 19 may. 2015 por  Hakunin


Entre las sombras


por Raimundo Barbado

Relato

Dedicado a María José, de Valencia.

Eran aproximadamente las once de la noche de un sábado del año 2015.

El chico (no tan chico, de más de cincuenta años), bastante ilusionado con la chica con la que había quedado por teléfono a las diez, se tomó un gin-tonic en un bar de enclave mútuo, sito en la zona de Viveros de Valencia, España.

El chaval, sentado bajo un porche, a las afueras del citado bar, viendo que transcurrían los minutos y que la tia no se presentaba, se tomó otro gin-tonic, después otro gin-tonic más, y luego finalmente, fumándose unos cigarrillos de marca "Ducados-negro" se fue un rato, semiborracho, a un puf cercano para rematar la noche, acompañado de música de fondo, con un chupito de whisky, dentro del local donde ella y él, habían estado juntos tomando algo en más de una ocasión, hasta las tres o las cuatro de la mañana.

Allí tampoco estaba, así que, en consecuencia, la llamó por teléfono para averiguar qué cojones pasaba; pero respondía el contestador automático de ella..."En estos momentos no estoy disponible, deja tu mensaje y ya te contestaré..."



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Como seguía sin verla, optó por tomar la decisión de buscarla por la calle, puesto que ella solía pasear a su perrita Odinne en la avenida de Primado Reig, cuando le correspondía dejársela a su cornúspedo marido Carlos, por antonomasia, bajo luces de farolas que, de vez en cuando, se apagaban, quedándose entonces Marcos moviéndose entre las sombras.

- ¿Pero dónde coño estará esta tía? -se preguntó, cabreado, al seguir sin verla durante tanto rato.

Por fin, ella le respondió a su teléfono móvil, explicándole que no se acordaba de que habían quedado juntos -que le perdonara por el olvido-, y, de paso, añadiendo que había estado paseando por la playa de La Malvarrosa; así como agregando que en esos momentos era poco factible verse porque se estaba tomando en Alboraya -localidad cercana a la ciudad de Valencia-; unas horchatas por ahí con su amiga (supuesta) Amparo.

- ¿Estás segura de que todo ésto que me dices es verdad? -inquirió el chico, bastante dudoso.

Entonces ella, en vez de responderle debidamente, cortó la comunicación, como si su teléfono móvil se hubiera quedado sin batería, o algo así.

El chico, al final, bastante debatido, tomó un taxi y regresó a su domicilio, en el barrio de La Luz, pensando, más o menos: "menuda puta, eso debe ser que está con otro que le interesaba más que yo..." 

Y se fue al bar de la chinita Yan, para tomarse, algo apesadumbrado, otro gin-tonic entre las sombras, bajo la luz de la Luna, lunera, cascabelera.

Cosas que pasan... 

Aunque, en realidad, no estoy muy seguro de que todo ésto me haya pasado a mí; en fín.


Información:

Publicado el 26 ene. 2014 por  Samot Marquez