por Néstor Cenizo
CRISIS CLIMATICA/Andalucía
Las administraciones tardaron casi tres años en reaccionar ante el alga invasora que amenaza el Mediterráneo. A pesar de que los expertos dieron la voz de alarma en marzo de 2017, el proceso para su catalogación como especie invasora no comenzó hasta dos años y medio después. Todavía no hay un plan de gestión.
En los dos años siguientes, sin embargo, el silencio fue absoluto. Coincidiendo con la aparición de las primeras noticias de prensa, el 4 de abril de 2019 la Junta de Andalucía anunció que trabajaba en un plan para combatir la presencia de un alga en el Estrecho, admitiendo que ya no podía erradicarla de donde estaba: en aquel momento, las playas de Tarifa y La Janda.
Aunque tiene competencias para solicitar la inclusión de una especie en el catálogo de invasoras, la Junta de Andalucía (entonces gobernada por el PSOE) no lo hizo. El procedimiento empezó de oficio. "Hasta 2019 sólo se tiene constancia de un breve informe de la Junta”, admiten hoy desde la administración autonómica.
El 1 de agosto de 2019, una nota de prensa de la Junta de Andalucía señala: "La Consejería aportará al Ministerio estudios científicos para declarar el alga asiática Rugulopterix okamurae como especie invasora". El objetivo era que el alga fuese incluida en el catálogo “a final de año como muy tarde”. No se cumplió.
El Ministerio puso en marcha entonces un proceso que comenzó con el encargo del análisis técnico al departamento de la Universidad de Málaga que lidera Altamirano, en septiembre de 2019. La científica entregó su trabajo en noviembre de 2019. Posteriormente, el Ministerio recabó informes del Consejo Estatal del Patrimonio Natural y la Biodiversidad y de un comité científico creado por el Real Decreto que regula el catálogo de especies invasoras. Con esos informes, el trabajo de Altamirano recibió la aprobación de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, que elevó la propuesta para modificar el real decreto incorporando tres nuevas especies invasoras: el “alga asiática”, la acacia negra y la termita subterránea oriental.
"En el caso del alga, la inclusión estaba cantada.", dice Altamirano. El 1 de diciembre de 2020, el BOE publicó que el alga asiática, detectada cinco años antes en las playas de Ceuta, era una especie invasora.
La Administración autonómica dice ahora que pasó año y medio solicitando al Ministerio que acelerara los trámites para declarar la especie invasora. Ecologistas en Acción llegó a presentar una denuncia ante la Fiscalía contra el Puerto de Algeciras y la Junta de Andalucía, "por si pudieran ser responsables y haber hecho dejación de funciones ante la presencia y la extensión del alga asiática". Fue archivada.
"Es frustrante"
"Es frustrante, pero forma parte del modus operandi de la administración y el poco reconocimiento a la ciencia”, opina de este proceso Félix López, catedrático de Ecología de la Universidad de Málaga y miembro del Foro Alga Asiática.
Ahora, López denuncia la falta de un marco estratégico para realizar proyectos de investigación. "Falla la coordinación entre las administraciones y a veces no tenemos claro a quién dirigirnos.” Acaba de reenviar una solicitud para una nueva línea de estudio. “Ya habíamos obtenido el permiso del ministerio, pero excluyó las aguas de los parques naturales, porque son competencia de la Junta.”, explica.
IFAPA estudia los posibles usos del alga y el potencial de algunas especies (peces herbívoros y erizos de mar) para controlar a la Rugulopterix, una línea que también trabaja José Carlos García-Gómez, director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla. Pero este tipo de proyectos tienen difícil aplicación práctica sin un plan de gestión estatal.
"Nosotros decimos que tal y como están las cosas, todo se debe hacer más rápido.”, protesta Félix López. Hay consenso científico en que la expansión del alga es de una agresividad excepcional. “No se ha visto en el mundo [una proliferación de un alga invasora] con esa ferocidad”, dijo hace unos meses García-Gómez. Sin embargo, también hay acuerdo en que lo deseable es contar con la mayor evidencia científica. “El problema con el alga es que las lagunas de conocimiento impiden que se pueda realizar un plan de gestión al 100% eficiente”, comenta Altamirano.
Además, al alga tampoco le marcan el paso los tiempos políticos, y para combatir la invasión de la Rugulopterix hace falta visión a largo plazo. Altamirano pide que se echen cuentas: “¿Cuánto cuesta dejar que se expanda y cuánto un buen plan de gestión? El balance es de 1 a 10. Esa estimación se debe hacer a diez o veinte años vista, pero la perspectiva no va más allá de una legislatura”. Su equipo calculó, con ayuda de las cofradías de pescadores, que las pérdidas anuales rondarían al menos el millón de euros. Era 2016 y se fijaron solo en el Estrecho. Cinco años después, el alga afecta ya a la pesca en Málaga, Granada y Almería. También a los ecosistemas protegidos de Cabo de Gata y Maro-Cerro Gordo.
"Respuestas 100% seguras no hay, porque las especies invasoras son muy impredecibles, pero la ciencia evita dar palos de ciego. La ciencia es barata para resolver estos problemas.", concluye.
Fuente: eldiario.es/andalucia/sostenibilidad/administraciones-tardaron-tres-anos-reaccionar-alga-invasora-amenaza-mediterraneo_1_7848379.html/2021
· Para mayor información sobre este tema, véase: Las algas empiezan a sufrir el cambio climático.
No hay comentarios :
Publicar un comentario