por Pilar Almenar Vara
Un concurso nacional de robótica pone a prueba a ocho equipos de estudiantes en Valencia. Los androides autónomos pasan cuatro pruebas: visión, laberinto, escaleras y lucha de sumo.
elpais.com/El robot Rob Zombie y sus programadores, Carlos y Arturo. / Tania Castro
Rob Zombie yace boca arriba con su electrónico tórax abierto en una mesa de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Está siendo operado
por su programador, Arturo Recio, que maneja con cuidado dos pequeños
destornilladores sobre el robot para repararlo antes de ponerle a
entrenar. Todo debe estar listo para la competición que va a librar
durante los próximos dos días contra los equipos del concurso nacional de robots humanoides Ceabot 2014, una competición organizada por el Comité Español de Automática.
En cuatro pruebas (escaleras, laberinto, visión artificial y lucha de
sumo) los robots deberán demostrar cuál de ellos es más hábil y, por
ende, qué grupo de programadores lo es.
“La competición se celebra desde 2006 y en ella participan este año
ocho grupos de estudiantes de grado y posgrado de universidades
españolas”, explica Martín Mellado, investigador de la UPV y uno de los
organizadores del evento. “Algunos de los robots son kits
comprados y mejorados añadiendo sensores, inteligencia y tarjetas de
control. Otros grupos diseñan sus propias piezas, las imprimen en
impresoras 3D y añaden la parte electrónica”, detalla.
La competición,
que tiene lugar entre el 3 y el 5 de septiembre en el edificio Nexus de
la UPV, ha empezado este miércoles con la puesta a punto de los equipos y
los entrenamientos libres.
elpais.com/El androide Admis baja las escaleras bajo la atenta mirada de sus programadores, Adrián y Misael. / Tania Castro
Como si de verdaderos deportistas se tratara, la altura (máximo 50
centímetros) y peso de los androides (máximo de 3 kilos) están regulados
en las bases. Las exigencias intelectuales son altas: cada robot debe
ser completamente autónomo, debe ser capaz de tomar sus propias
decisiones y tras ser encendido, sus programadores no podrán tocarlo
hasta que finalice cada prueba. Si se cae y es capaz de levantarse solo,
la penalización será menor.
Emitiendo un característico zumbido mecánico, Admis baja las
escaleras con robótica soltura bajo la atenta mirada de sus
programadores, Adrián Benavent (21 años) y Misael Sandoval (23 años),
estudiantes de Ingeniería Eléctrica en el campus de Alcoi de la
Universitat Politècnica de València. Su esqueleto, valorado en cerca de
1.000 euros, fue comprado para ser mejorado. Durante la mañana ha
entrenado mucho el equilibrio y los esfuerzos han calentado los motores
de sus minúsculas rodillitas que su entrenador desconecta para darle un
respiro.
“Lo más complejo ha sido programar la prueba de obstáculos porque la
posición de los mismos es aleatoria y hay que meter casi todas las
posibilidades. Esto requiere más la inteligencia. Sin embargo, bajar
escaleras es un problema mecánico, requiere más de la lógica y la
fuerza, porque el robot lleva sensores y sabemos el tamaño exacto de la
escalera”, explica Misael Sandoval.
Comenzaron a montar el androide a
principios del mes de junio y han logrado que funcione por ensayo-error.
"Empezamos de cero, aprendiendo el programa con manuales que solo
encontrábamos en chino", ríe Adrián Benavent.
elpais.com/Roberto Herrera introduce datos en su robot, Jager, montado con piezas impresas en 3D por su equipo. / Tania Castro
Admis competirá en las cuatro pruebas del concurso pero los
equipos pueden inscribir hasta un robot diferente por prueba, adaptado a
las habilidades requeridas en cada caso.
"En cada caso se evalúa un
parámetro diferente. La novedad de este año es la visión con cámaras. Le
ponemos al recorrido unas marcas en forma de códigos QR y el robot
tiene que reaccionar a la orden que está codificada en ellas", explica
Guillem Alanyà, supervisor de las pruebas e investigador del Csic. "La
visión artificial exige utilizar sensores más complicados y no solo eso:
si el robot decodifica mal el código, ejecutará mal el movimiento y no
encontrará la siguiente pista. Además, si logra decodificarlo bien pero
la ejecución no es precisa porque se desvía del camino, tampoco la
encontrará y no podrá seguir", detalla.
A pocos metros, un grupo de alumnos de la Universidad Carlos III de
Madrid, se apresura a poner a punto tres robots Myod cuyas piezas han
sido diseñadas e impresas en 3D por ellos mismos. Forman parte de la asociación de robótica Asrob,
cuyo objetivo es aprender de forma colaborativa.
"A principios de curso
nos propusimos diseñar un robot diferente de los que se comercializan
actualmente. Nuestras exigencias básicas eran dos: que fuera más barato y
que fuera diseño de libre acceso",
explica Manuel Peña (20 años). Los robots con los que compiten, con un
coste aproximado de 200 euros, están en una etapa de desarrollo inferior
porque parten de un nivel anterior a los demás. "Realmente hasta hace
15 días no funcionaban", ríe Roberto Herrera (21 años).
Aunque la mayoría de los equipos participan por primera vez en el Ceabot, la presencia de un veterano se hace visible: Raider
se levanta del suelo con destreza sin ayuda de su programador. "Mi
robot participó el año pasado en esta misma competición y hace un mes lo
llevamos a México para una exhibición de fútbol robótico", explica
Javier Isabel, ingeniero electrónico de 23 años y miembro de la
asociación Asrob.
En unos días liberará el código y el diseño de las
piezas de su robot. "Está bien conocer lo que hace el resto de la gente
para partir de ese punto y, de manera egoísta, conviene colgarlo todo
para que quienes encuentren fallos puedan sugerir como solucionarlos",
explica.
Pero estos superrobots tienen un punto débil: la orientación. "Lo más
difícil es hacer que ande recto. Cada robot lleva una brújula
electrónica que se ve influida por los campos magnéticos, los aparatos
que hay a su alrededor e incluso las tuberías que haya bajo el suelo",
detallan los programadores de Rob Zombie, Arturo Recio y Carlos
Veiga, ingenieros de la Universitat Jaume I de Castelló.
El reflejo de
la luz en el suelo o la mínima presencia de baches, pueden dar al traste
con unas pruebas para las que llevan meses trabajando y cuyos
resultados se conocerán en dos días.
Fuente: elpais.com/ccaa/valencia/2014
Información:
Noticias Destacadas: CEABOT 2014 [2014-09-05] – UPV
Por tercer año consecutivo, el robot de los alumnos del Campus de Alcoi
ha sido el ganador del concurso CEABOT. El equipo está formado por
ADRIÁN BENAVENT, MISAEL SANDOVAL y JOSÉ ANTONIO GRANERO, estudiantes de
Ingeniería Eléctrica e Informática. Su humanoide ha sido el mejor
subiendo escaleras y luchando a sumo.
CEABOT es un concurso de robots humanoides organizado por el Comité Español de Automática para alumnos de grado y postgrado de las Universidades Españolas.
La competición se ha celebrado dentro de las Jornadas de Automática que ha acogido esta semana la Universitat Politècnica de València.
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Publicado el 5/9/2014 por UPV Radiotelevisió (oficial)
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