La sonda espacial estadounidense
Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) ha cumplido cinco años en órbita alrededor de la
Luna desde
que fue lanzada al espacio el 18 de junio de 2009. Su principal misión
es cartografiar nuestro satélite natural y conseguir un mapa de la
temperatura en la superficie de la misma.
Además de otras cuestiones,
estudia con detalle los polos lunares, concretamente la búsqueda de
lugares donde nunca incide el Sol para comprobar que allí existe hielo.
Estos estudios están directamente relacionados con
el regreso del hombre a la Luna y el hecho de establecer colonias en lugares donde exista
agua congelada
en abundancia, ya que el transporte de agua a la Luna es extremadamente
costoso desde la Tierra. Ya en 1996 la nave Clementine de la NASA
encontró hielo en el fondo de un cráter cerca del
polo sur y en 1998 la sonda Lunar Prospector detectó grandes cantidades de hielo en el polo norte.
La idea de establecer colonias en la Luna no es nueva y se leyó por primera vez en 1865 en el libro “
De la Tierra a la Luna” de
Julio Verne.
Pero los problemas de colonizar nuestro satélite no son pocos y
podríamos aludir a varios grandes retos, entre otros muchos. Por un lado
el enorme coste que ello conllevaría, por lo que habría que dejarlo
para tiempos de bonanzas y, después, la
intensa radiación procedente del Sol que
acabaría con la vida humana sobre la superficie de la Luna si se
estableciera durante un largo período de tiempo. Por ello, la mejor
opción, pasa por
vivir bajo la superficie lunar.
Hay que tener también en cuenta los cambios de temperaturas
que se producen en la Luna, debido a la falta de atmósfera. Durante el
día, se llegan a alcanzar los 123º C, mientras que por la noche refresca
hasta los -153º C, temperaturas que no existen en la Tierra. Los días y
las noches lunares duran casi 15 días terrestres. Lo peor de todo es la
noche lunar, pues tendríamos que estar casi 15 días sin energía. ¿De
dónde sacarla?. Existen unos lugares elevados en el polo norte de la
Luna, donde el Sol se ve eternamente y se denominan “picos de luz
eterna”. La Luna es otro mundo y tiene sus condiciones, por ello cuesta
tanto trabajo
colonizar otros mundos. De hecho, no hemos colonizado ninguno. El
bombardeo continuo de meteoros es
otro de los grandes problemas con los que hay que lidiar. Como la Luna
no tiene atmósfera, no hay un escudo protector como en la Tierra que
impida, que hasta los más minúsculos meteoros caigan en el suelo lunar,
pudiendo provocar grandes catástrofes en las colonias humanas en la
Luna; también por ello
la mejor forma de habitar la Luna es bajo tierra.
Por todo ello, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA),
se plantean si es razonable colonizar la Luna o seguir mejor camino a
Marte, ya que Marte, aunque tenue, posee una atmósfera, los días duran
casi 24 horas, tiene las mismas estaciones que la Tierra -aunque duran
el doble-, es frío pero soportable y contiene una gran cantidad de agua.
Uno de los mayores inconvenientes es lo lejos que está.
Para
establecerse en la Luna
debe haber un interés económico. La carrera espacial entre
estadounidenses y soviéticos a finales de los 60 y principio de los 70,
fue solo eso, el prestigio de quién llegara antes y, mejor aún, el que
pusiera el primer hombre en la Luna. Pero ahora que hemos llegado,
debemos tener beneficios, máxime en plena recesión económica. ¿Qué hay
en la Luna para hacer una nueva carrera espacial? Se buscan
metales raros como
el uranio y el titanio que en la Luna los hay y son escasos en la Tierra, pero ante todo
helio-3,
que resulta ser un combustible para la fusión nuclear y que podría
mantener a nuestra civilización energéticamente los próximos 10.000
años.
El
helio-3,
que es un isótopo ligero del helio y enormemente energético, ha sido
absorbido por las rocas lunares desde la formación de la Luna hace unos
4.500 millones de años y procede del viento solar. En nuestro planeta,
solo existe en su interior y cuando se estaba formando, pero
en la Luna puede haber reservas de muchos millones de toneladas. En la superficie de la Tierra no, ya que el campo magnético repele al viento solar. El helio-3 puede sustituir al petróleo,
no es contaminante ni radiactivo, una pequeña cantidad produce una inmensa cantidad de energía. El helio-3 combinado con deuterio, que es un isótopo estable del hidrógeno, genera una cantidad inimaginable de energía.
El regreso a la Luna estaría justificado
y supercompensado económicamente.
Si nuestras miras van enfocadas a
obtener helio-3, que es la energía futura para muchos científicos, ésta
se podría aplicar dentro de pocas décadas. Así pues, la carrera espacial
que ahora comienza con los programas lunares de Estados Unidos, Europa, China, Japón e India,
van enfocados en este sentido. De momento, no hay otro. El Chandrayaan I
indio que llegó a la Luna tenía como principal misión la búsqueda de
helio-3.
Las mejores imágenes de la Luna
La LRO ha obtenido l
as mejores imágenes que tenemos de la Luna,
además de realizar varios experimentos científicos desde la órbita en
la que se encuentra y proporcionarnos, entre otras, las primeras
imágenes de las lanzaderas de las naves Apolo sobre la superficie lunar,
por si a alguien le quedaban
dudas de si el hombre había llegado a la Luna.
Y allí siguen las huellas de las pisadas dejadas por los astronautas y
sus vehículos, inalterables en el tiempo, perdurables por siempre.
La NASA ha hecho una selección de las
mejores imágenes realizadas por la sonda LRO y durante dos semanas el público las ha votado, proclamando como la más bella, el
pico central del cráter Tycho,
con 2 km de altura sobre el suelo del cráter. Tycho tiene un diámetro
de 85 km, una profundidad de 4,8 km y se hace perfectamente visible con
unos sencillos prismáticos en la zona sur de la Luna. El cráter destaca porque de él parten unas brillantes
radiaciones, que son las eyecciones del suelo lunar, que se crearon
cuando un asteroide impactó en ese punto y alcanzan los 1.500 km de
longitud, por lo que cubren una enorme extensión en la Luna.
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