por Raimundo Barbado
- ¿Qué era eso? -pregunté algo intrigado a María, tras ver pasar por fuera de su ventanal, entre los cortinajes rosas, una figura aérea que no podía ser OVNI, mientras escuchaba los golpeteos de carambolas del local de billares situado abajo.
- Ah! No se preocupe, son las gallinas de mi vecino, que van y vienen, vienen y van como el viento. Por las noches regresan a su balcón para dormir...son dóciles.
- Me pareció una especie de gallina negra...-dije dubitativo.
- Ya. Las hay de todos los colores; no se preocupe, buen amigo.
Me encontraba en casa de María, una vecina de Oaxaca, México, viuda, de 44 años, hace unos tres o cuatro años, a la cual había ido a visitar finalmente, porque no paraba de enviarme correos electrónicos quejándose del acoso que sufría por parte de supuestos seres extraterrestres que se le aparecían por las noches en su habitación. Ella me conocía por mi blog Eugene Goostman y también a través de un programa radiofónico mexicano sobre extraterrestres en el que participé.
- Se me aparecen por las noches -me explicó al entrevistarla, mostrándome sin tapujos, en bragas, su hermoso aspecto sexual-. Hay uno que va delante y los otros, tres o cuatro, están detrás. Al principio eran mera presencia, como para asustarme; pero últimamente me intentaron violar en la cama, así que me puse a chillar como loca, se dieron la vuelta y marcharon -bajó el tono musical de Deep Purple en el transistor-.
- ¿Marcharon o desaparecieron? -inquirí.
- Más bien desaparecieron -respondió- porque no se escuchó ninguna puerta cerrarse.
Sopesando cierta compatibilidad de caracteres y contando con la confianza que ofrecía la reciente amistad, sin otro ánimo, entre ambos, ella, una rubia despampanante, se echó a dormir semidesnuda en su cama de matrimonio mientras yo me quedaba sentado sobre un sofá, en su misma habitación, tomando copas de coñac y fumando cigarrillos de tabaco negro. Se trataba de averiguar qué era lo que se le aparecía realmente por las noches. Desde el salón, Radio Oaxaca transmitía las últimas noticias de actualidad.
Advertí que esa mujer roncaba y, de vez en cuando, se tiraba un pedo.
Más o menos a las 3,33 horas de la madrugada, obnubilado por el alcohol y el tabaco, casi dormido, advertí una silueta blanca que se materializaba junto a la cama de María, lo que me hizo ponerme alerta. Fijé la vista. Era la figura de un hombre con barba que tendía la mano sobre el anillo de casada de María. Contaba con las características físicas de su fallecido marido de cáncer, según ella me había comentado. Y detrás suyo aparecían sombras desdibujadas, como de seres extraterrestres, que en realidad eran deformaciones ópticas de la luz ventanal y la pantalla de televisión del vecino de al lado, que no podía dormir por las noches.
- ¿Qué coño quieres? -le pregunté. El tipo se dio la vuelta y, sin hablar, con cara de circunstancias, fijó su mirada en mí. Seguidamente se desmaterializó.
Cuando a la mañana siguiente María y yo compartíamos café, le pregunté: -Oye, María...perdona mi insensatez. ¿Fuiste infiel a tu marido?
- Oh! -sucumbió llorando de repente-. ¿Cómo ha sabido eso? Me enamoré del verdulero, algo más joven que yo...pero mi marido no sabía nada.
- Eso dice usted. De alguna forma, él se enteró -repuse.
- ¿Él lo supo al final? -quiso saber. - Pues claro, señora -le expliqué-. Los hombres somos tontos pero no tanto. Se presenta para recuperar el anillo de oro de casada que le regaló, bajo la promesa de fidelidad y juntos hasta la muerte, cosa que usted no cumplió. Devuélvale el anillo.
- ¿Y qué debo hacer?
- Muy sencillo: deje el anillo sobre la mesita de noche, al lado de su cama.
Regresé a España y, poco después, recibí otro mensaje en el que la señora María me daba las gracias por la intervención efectuada. Su anillo de oro había desaparecido de la mesita de noche y no había vuelto a ver extraterrestres en su habitación. Problema solucionado.
- Me alegro por usted, señora -le dije.
Quería pagarme dinero por mis servicios ufológicos; pero opté por no cobrarle, cuestión ética.
- Al menos, déjeme que le pague los gastos de sus viajes...
- Vale, sí, págueme los viajes...-le respondí, imaginándome un apretón de manos entre los dos, quedando bien, como buenos amigos, al modo clásico. Y al mismo tiempo me quedé pensando: - ¡Vaya! Otro caso resuelto de seres extraterrestres...sin extraterrestres.
Información:
"Vintage" - Pink Floyd - Careful With That Axe Eugene
Widescreen , 1972 Live in Brighton England
Roger Waters — bass guitar, vocals
David Gilmour — guitar, vocals
Richard Wright — organ, vibraphone
Nick Mason — drums
Música en este vídeo
Canción
CAREFUL WITH THAT AXE EUGENE
Writers
Nick Mason, Richard Wright, Roger Waters, David Gilmour
Con licencia cedida a YouTube.
Publicado el 3 abr. 2013 por HDPinkFloyd
Tio, buen articulo, me gusta ��
ResponderEliminarGracias, chulia.
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