Ladrones de nubes


por Inés Gallastegui


Agricultores de Granada, Almería y Murcia (España) dicen que unas misteriosas avionetas cargadas de productos químicos les quitan la lluvia; los científicos replican que es imposible.

En el país de Gürtel y los ERE falsos, los papeles de Panamá y las tarjetas 'black', parece que no hay sitio para nuevos chorizos. Pero cada vez más dedos acusan a un tipo de bandidos para cuya existencia no estábamos preparados: los ladrones de nubes.


lasprovincias.es/El agricultor granadino Luis Ramírez::torcuato fandila.


Misteriosas avionetas cargadas de productos químicos quitan la lluvia

En Granada, Almería y Murcia los agricultores están en pie de guerra contra unas avionetas que, supuestamente, echan a volar en días nublados y disuelven con productos químicos cirros, cúmulos y estratos. Según ellos, provocan una sequía que está arruinado los cultivos de cereal, olivo y almendro en miles de hectáreas.

Hasta ahora, sus denuncias se han archivado y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) les toma por «chalados», afirman. Los científicos lo tienen clarísimo: las técnicas de geoingeniería permiten manipular el clima, pero justo en el sentido contrario. El sembrado de nubes o 'cloudseeding' puede precipitar la lluvia o reducir los daños de una tormenta de granizo, pero no hacer desaparecer del cielo cientos de toneladas de agua como por arte de magia.


almeria24h.com/Las avionetas antilluvia, una Leyenda Urbana cada vez más real.


El tema no es nuevo y las armas no siempre han sido judiciales. En 1985, un agricultor de Lorca (Murcia) disparó con su escopeta contra un aparato que volaba bajo. Sus ocupantes, una pareja de turistas alemanes, tuvieron que realizar un aterrizaje forzoso al borde del infarto.

Treinta años después, las cosas siguen igual. O quizá peor, porque ahora algunos relacionan esos presuntos vuelos con los llamados 'chemtrails': ven en las estelas de condensación de vapor de agua dejadas por los aviones la huella de productos altamente tóxicos. Algún malvado estaría fumigando con intenciones perversas (y misteriosas).

El problema es que la sequía es real. Trágicamente real. «En esta zona lo habitual es que caigan entre 180 y 200 litros de octubre a abril. Este año llevamos poco más de 40», cuenta Luis Ramírez, presidente de la Plataforma en Defensa del Medio Ambiente y la Naturaleza en las comarcas del Marquesado (Granada) y el Río Nacimiento (Almería). Él tiene una treintena de hectáreas de cultivos de secano y colmenas de abejas en Huéneja. «Este año no se va a segar nada de cereal y los ganaderos ya no tienen pastos. Es la ruina», lamenta. «Desde 2014 se han arrancado en la Región cuatro millones de almendros», apostilla Pedro Guerrero, directivo de la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam).


lavozdealmeria.es/Ni una denuncia obtiene éxito contra las avionetas antilluvia, pese a la alarma social.


Lechuga contra cebada

Ambos reconocen que no tienen pruebas. Las aeronaves «se sienten», pero raramente se ven. Como en las historias de detectives, para saber quién podría estar detrás de los supuestos vuelos, es clave averiguar quién sale beneficiado de que el cielo luzca azul. Las sospechas apuntan, en primer lugar, a los regadíos, en particular a los cultivos de frutas y hortalizas al aire libre, más vulnerables a la lluvia y el granizo. Lechuga contra cebada, cherry frente a almendra, melocotón versus olivo. En el Marquesado, una empresa especializada en ensaladas de bolsa tiene 400 hectáreas regadas con agua subterránea. Cuando vuela la 'rompenubes', dicen los lugareños, su efecto alcanza a toda la comarca. «Los agricultores de alrededor se arruinan y no tienen más remedio que alquilar sus tierras baratas. Solo resistimos cuatro quijotes. Así se van extendiendo como una mancha de aceite. Y cuando sequen el acuífero, se largarán», pronostica Ramírez.

Pero hay más candidatos a villano. Los rumores apuntan a parques solares que no quieren obstáculos entre el Sol y sus paneles; compañías aseguradoras deseosas de ahorrarse indemnizaciones por tormentas dañinas; cerebros maquiavélicos de la seguridad que buscan despejar el cielo en una zona conflictiva; el sector turístico de sol y playa, que promete 300 días al año sin nubes; y la industria farmacéutica, que no guarda ninguna relación con el asunto pero es el chivo expiatorio favorito de los creyentes en la teoría de la conspiración.

Y aún hay alguno más: la agencia británica Oliver's Travels garantiza a sus clientes una preciosa boda soleada en Francia por el módico precio de 100.000 euros.

En las tres últimas décadas se han llevado a cabo muchas iniciativas para localizar e identificar a las avionetas 'rompenubes'. Sin éxito. El asunto llegó al Senado y ha sido objeto de varias denuncias archivadas por la Fiscalía, primero en Granada y después en Murcia. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil está dispuesto a investigar, aunque los vuelos por debajo de los 3.000 pies no necesitan una autorización especial. Nadie ha podido probar su existencia. Nunca.

La Ciencia lleva más de medio siglo estudiando cómo manipular el clima y sus resultados han sido más bien modestos. «Para que haya lluvia hace falta que haya polvo en suspensión. Las gotas se forman alrededor de un sólido microscópico», explica el profesor de Química y Física de la Universidad de Barcelona Xavier Giménez Font. El 'sembrado' de nubes de tormenta con yoduro de plata -que tiene una estructura muy similar a la del hielo- facilita las precipitaciones y, en el caso de nubes de granizo, hace que las bolitas de hielo sean más pequeñas y causen menos daños. «Pero las nubes no se pueden disolver. La energía que contienen es monstruosa», zanja. Fletar avionetas con semejante propósito, afirma, es tan eficaz como hacer rogativas a la Virgen para que llueva o lanzar cabras a un volcán a fin de que no entre en erupción.

«Una leyenda urbana»

Las nubes miden cientos de kilómetros cuadrados y contienen toneladas de agua, recuerda el catedrático de Física Aplicada de la Universidad de León José Luis Sánchez, que lleva 36 años estudiándolas. Y cuando llueve, apenas descargan un 5% de su potencial.

En ese sentido, considera temeraria la idea de las cooperativas murcianas de fletar una avioneta para vigilar los cielos en días nublados: hasta en un avión adecuado, como el que su equipo utiliza para analizar las nubes desde dentro, se trata de un viaje 'movidito'. «Hay corrientes ascendentes de hasta 80 kilómetros por hora», advierte.

Sánchez y su grupo de investigación están detrás de los experimentos de lucha antigranizo llevados a cabo en Lérida primero -entre 1996 y 2005- y en Zaragoza en la actualidad. En este caso, el yoduro de plata no se lanza con avionetas, sino que se 'dispara' con unos generadores desde el suelo. Los resultados preliminares parecen buenos y no hay contaminación: lo probaron en una investigación realizada por encargo de la Junta de Castilla y León. «En Francia hay generadores desde hace años en cinco millones de hectáreas», resalta el 'nubólogo', quien apunta también a otras experiencias exitosas en Estados Unidos, Australia y Canadá.

La Agencia Estatal de Meteorología asegura que las sospechas de los agricultores no tienen fundamento. «En determinadas situaciones meteorológicas, como la de estos días, con paso de frentes sucesivos desde el noroeste de la península, es frecuente un reparto muy desigual de las precipitaciones entre la franja mediterránea, donde las lluvias no se producen o son muy escasas, y el resto», señala Juan Esteban Palenzuela, delegado en Murcia.

«Me da pena que se pierda el tiempo luchando contra avionetas que son una leyenda urbana y no se afronte el auténtico problema -concluye el catedrático José Luis Sánchez-. A causa del cambio climático, la sequía en el sureste del país va a ser cada vez peor. Los agricultores deberían mirar a África: ese es el clima que van a tener dentro de unos años».


Fuente:  lasprovincias.es/sociedad/2016



Información:

Avionetas anti lluvia en Almería Canal 45 tv

Avionetas anti lluvia en Almería Canal 45 tv



Publicado el 19 abr. 2016 por  Canal45 Television


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