por Alberto Piernas
La soledad suele ser temida por cada uno de nosotros. Bien tras una
ruptura amorosa que nos devuelve a ese mundo desconocido y nos pone en
situaciones en las que, curiosamente, echamos de menos un futuro donde
esa persona colma todas nuestras necesidades o bien aquellas en las que
la soledad es un particular modo de vida. Sin embargo, la respuesta a la pregunta de si es bueno o malo estar
solo está llena de matices y una esencia que quizás algunos desconocían.
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Soledad y libertad
La soledad es el estado natural de todo ser humano.
Nacemos y morimos
solos aún estando rodeados de gente, crecemos y vivimos etapas en las
que sentimos la sensación de ser extraños entre la muchedumbre. Esto
puede significar que es el momento de cambiar, quizás mudarse, ampliar
el circulo de amigos o básicamente reinventarse porque, ¿acaso podríamos
hacer todo esto estando en pareja?
Tenemos el mundo a nuestros pies, piénsalo bien.
También se dan situaciones en las que nos creemos incomprendidos
pero, ¿acaso nosotros mismos nos entendemos?
La soledad es bella porque
nos permite reflexionar, conocernos algo más a nosotros mismos, evaluar
qué hicimos mal o qué no toleramos en nuestra última relación y
aplicarlo en la que vendrá. Obviamente estos pensamientos no deben
repetirse constantemente sino utilizarlos para moldear nuestro
pensamiento y actitud desde ahora mismo y hacia un futuro siempre
mejor.
Sin embargo, la soledad es tan temida que nos privamos de conocerla
cara a cara, buscando de forma desesperada a esa persona de la que,
posiblemente, no estemos enamorados. El desenlace de este tipo de
situación supongo será conocido por muchos de ustedes.
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Todos los excesos son malos
Hay personas que toman por crónica una soledad indeseada por el
simple hecho de que tampoco se han permitido conocerla de una forma más
cruda o crucial. Por muchos viajes, amigos o experiencias, siempre se
sentirán solas y esto puede deberse a dos motivos; bien porque hay algo
en ellas mismas que nunca han llegado a resolver, o bien, porque hay
personas que necesitan explorar la libertad del mundo, y es precisamente
esta la que nos puede privar de cierta estabilidad.
Por otra parte, la soledad no debe ser confundida con aislamiento,
una confusión recurrente y equívoca, pues el aislamiento significa
alejarse para proyectar nuestra frustración contra un mundo que creemos
enfadado con nosotros. Y esto es lo que puede ocurrir si convertimos la
soledad en algo excesivo.
Como todo en la vida, cualquier estado alargado de forma innecesaria
es malo, y la soledad debe alternarse con otras cosas, pocas pero buenas
amistades (el solitario siempre es selectivo), un viaje entre curso y
curso, un empleo enriquecedor o actividades que nos plazcan.
Sólo
alcanzando este equilibrio entre soledad y vida social podremos
encontrar el modo apropiado de evolucionar, que no involucionar.
Saber si la soledad es buena o mala sólo depende del
enfoque o lado positivo que extraigamos de ella.
Pues, si bien todo
exceso puede conducirnos a un pozo sin salida, la soledad debe
disfrutarse para descubrir qué esperamos o queremos del mundo, de las
relaciones, de nosotros mismos. Porque, realmente, soledad es libertad.
¿Qué opinas de la soledad? ¿Estás pasando por uno de esos momentos de reflexión?
Fuente: imujer.com/noredirect/2014
Información:
Consecuencias de la soledad en la salud
Consecuencias de la soledad en la salud
Más información: http://www.telerama.ec
Publicado el 14 de mar. de 2014 por Telerama, somos más
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